"Enfrentarse al espejo de la verdad desnuda no es un ejercicio fácil se mire como se mire y mucho menos si se hace a través de los ojos de la experiencia que disecciona la herida, no en busca de respuestas, qué sentido tendría, sino desde la madurez del que llega con la mochila llena y se detiene en una piedra del camino a rememorar, a contemplar, a reflexionar. Elvira se enfrenta a Elvira en “Cuaderno del delirio” y el resultado es un bellísimo poemario que sangra huyendo de las trampas de la memoria.
La Daudet no se complace simplemente en “expulsar” el dolor, una sabe al leerla que ha sido un exorcismo necesario y que aquellas palabras susurradas delante de una cámara, a modo de confidencia, adquieren de pronto un brutal significado: "yo no pude parar de llorar mientras lo escribía".
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